domingo, 24 de febrero de 2008

El día que se olvidaron de la Cultura

Consideraciones al documento (Recoleta, 8/9/99)

Unas de cal, otras de arena.

Primero lo primero. Ese día, al entrar, se repartió a los más de 250 a 320 asistentes (algunos de ellos, —no pocos— de tránsito), las cartillas:
a) La Cultura se prepara para gobernar
En la misma, en el tercer párrafo se listan las 10 comisiones previstas, y se omite, la de Política Cultural. Una omisión significativa, tanto que, pasada la primera hora, y con las evidentes reclamaciones, se abrió una mesa ad hoc. Esto generó un tráfico y la consiguiente perturbación de las mesas en sesión. Pero la no previsión era en sí misma todo un dato.
Esto era contradictorio con la Guía de Políticas también entregada al llegar. ¿Se hablaría de Políticas, pero no de Políticas Culturales? O no se quería hablar de ellas —ya sea por desconocimiento o por tener alguna que no debe discutirse— o ya habría una decisión tomada? Y si es así, entonces ¿para qué la convocatoria?
Más abajo se enuncia que: “el material producido durante esta jornada, se suma a la publicación de un fascículo especial...” Difícil sumar lo producido, cuando no hubo debate, sino búsqueda de aprobación del documento —o sus partes— leído en cada una de las 10 mesas, sin un plenario que las consensúe y/o democratice la información.
Los coordinadores de la “Nota”, configuraban una rara ensalada de “notables” de turno, seudo y funcionarios oficiales, muchos de ellos sin representación alguna en el sector —caso teatro, Marta Bianchi (ex esposa de Luis Brandoni), Daniel Larriqueta, actual director del Alvear, con jubilación de privilegio denunciada por el Procurador General de la Nación Alfredo Díaz, más sueldo como asesor de Shuberof, más sueldo como profesor titular (que lo inhibe para cobrar otra remuneración del Estado) de la UBA, más etcétera, etcétera. etcétera. Jorge Hacker del Instituto Nacional del Teatro, que desmiente cifras que están impresas, publicadas y firmadas por él mismo (véase Boletín Oficial del INAT Nº 2). O Enrique Masllorens que habla de terminar con las designaciones a dedo y exige continuidad para la gestión (él lleva ya 6 años en el mismo puesto, sobreviviendo a Urquijo, Fara [intervenido] y ahora Larriqueta), o Luis Szchumacher, ex director del TGSM y actual director del Centro Cultural Rojas (puesto que tenía antes Darío Lopérfido, citado también como coordinador y ausente).
El comentario general, después de las 14 hs, antes del vino y las empanadas, fue de una gran disconformidad entre los asistentes, que se sintieron otra vez más cerca de haber sido usados, que partícipes.

Sería recomendable y útil hacer una convocatoria, sí abierta, democrática, con documentación de acceso previo y general, con debates y propuestas, donde la regla fuese, por ejemplo, no la imposición del criterio de la mayoría, sino el tomar en cuenta las voces de la o las minorías, aun las disidentes. Donde el debate no se sectorice y diluya en mesas separadas, sino en plenarios integradores, sin premuras.



b) El papel de la Cultura.
Pareciera no estar claro la diferencia entre dos conceptos: Políticas Culturales e Industrias Culturales e, incluso, definiciones dentro de ellos.
En una economía dependiente como la nuestra, las Industrias Culturales no crean puestos de trabajo, sino que los licuan (párrafo 3)
Hay que ser muy claros cuando se habla de “las posibilidades de la legislación cultural”(párrafo 4), porque se abren las puertas para las constantes modificaciones de las leyes nuevas (del teatro, del libro, de la música, de la coparticipación federal) para ponerlas a gusto de los nuevos centros de poder, siempre lejos de las necesidades de la gente (y muy cerca de los nuevos monopolios políticos y comerciales).
La Argentina es sólo federal en los discursos. En su administración sigue siendo unitaria, capitalina, y totalitaria. Mucho más que lo que se criticaba de los disueltos regímenes socialistas. Entonces, por cierto, y ante todo no debe trazarse los fundamentos de una política cultural nacional (párrafo 5), sino atender los reclamos regionales y provinciales (aun el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siempre discordante).
En el párrafo 7, se afirma “¿cómo hablar de la identidad cultural cuando...?” Sí, hoy más que nunca debemos hablar de la identidad cultural, definirla taxativamente, posicionarla desde la regionalización, por ejemplo; desde la religión y lo étnico, desde la fuerza de la diversidad para enfrentarnos a la aplanadora que lo iguala todo.
En los párrafos 6, 7 y 9, se establece una fórmula poco eficaz, casi escolar: se traza una visión apocalíptica para dar, a renglón seguido, la solución contraria. Es poco adulto. No ayuda a la elaboración ni a la reflexión. Suena a dogma, que con las incoherencias anteriores, hacen una mezcla indigesta, capciosa (o ambas cosas).

c) Separata de la Guía de Políticas
En Políticas: (punto 4º)... bibliotecas... ¿cuál es la política cultural para esto?
(habría que estudiar con seriedad lo hecho por el Estado chileno —y no el gobierno—, que han puesto los libros al alcance de la gente [desde la biblioteca vecinal hasta el burrolibro], obligando a las editoriales, no a descuentos en los precios como hacemos aquí, sino a la entrega del 10% de la edición para las bibliotecas populares y educativas —1ª Jornadas MERCOSUR, Políticas e Industrias Culturales, Auditórium HCSenado, martes 28 de julio de 1998, expusieron por Chile Nivia Palma, directora del Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes FONDART, e Ignacio Aliaga, coordinador del Ministerio de Educación en las Áreas de Cine y Artes Visuales. Dejaron copia en Comisión de Cultura del Senado—.
Tomo este punto como ejemplo, porque no es correcto hacer como si nunca nadie hubiese reflexionado sobre estos y otros temas. Era una convocatoria a la gente de la cultura para temas de la cultura. Pero sigamos.
El punto 5º (ATC y Radio Nacional) hay una incongruencia: son entes públicos. Y más que convertirlos en algo centrado en la educación y cultura (¿?), ¿no sería mejor reflejar la pluralidad geográfica, étnica, religiosa, laboral, idiomática, alternativa, etc., que seguir jugando al patito feo de los canales de aire?

En el punto 6º, podría sugerirse que no hay mejor promoción del hábito de lectura que poner los libros, todos los libros, sobre todo los buenos, al alcance de la gente.
En el punto 9º, el INCAA, más que apoyo financiero y crediticio a la calidad y competir con los mercados regionales y mundiales (copados casi en un 100% por la industria norteamericana y sus excluyentes redes de distribución —en esto también no olvidar que somos dependientes y que para ser considerados industria hay que producir más de 100 películas por año, y sólo hacemos 14, contra las 100 que filma China, Paraguay 0, Perú 2, Colombia 12, Brasil 32, México 25, USA 750, India 900 ¿cuántas vemos por año de los países centro y sudamericanos, asiáticos, africanos o europeos? —. No sería mejor que el INCAA estuviera para promocionar y subsidiar a los cineastas nuevos y jóvenes y se creara un organismo mixto para todo lo otro. Si no veamos el siguiente informe:
La Nación (domingo 17 de enero de 1999) Nota-informe de Maharbiz INCAA.
• 40 películas están por estrenarse y 20 serán rodadas en los próximos meses.
• El film más caro argentino: “La tortuga Manuelita”: $ 5.000.000.-
• 13 millones cobraron en 1998 las productoras ligadas a los multimedios TV.
• $ 70.647.725 es lo que todavía no cobró el INCAA (créditos impagos).
• 150 son los productores que mantienen deudas crediticias con el Instituto.
• Todos los jóvenes realizadores han pagado puntualmente sus créditos.
• Las productoras asociadas con TV se han llevado el 45% de los créditos otorgados.
• “Comodines” se ha quedado con 3 millones de pesos sin devolver al INCAA.
• “Sobre la tierra”, de Nicolás Sarquís, recibió subsidios por $ 529.529, y la vieron apenas 941 espectadores. Es decir, que el director artístico del último Festival de Cine de Mar del Plata, recibió ¡563 pesos por cada espectador! que pagó 6 pesos la entrada.
• Alejandro Agresti, defensor de Márbiz en el último conflicto y nominado para dirigir la escuela de cine del INCAA, es el principal deudor con $ 1.604.064.-
• Otro deudor fuerte es Raúl de la Torre, con $ 1.804.011.-
• Otros son: Pablo César $ 1.332.320.-
Gerardo Vallejo $ 1.279.465.-
Héctor Tealdi $ 1.294.331.-
Pedro Stocki $ 1.497.196.-
Omar Salguero $ 1.469.211.-
Chelko Producciones SRL $ 1.012.077.-

• Otros curiosos deudores son los vinculados a la gestión de Márbiz:
Oscar Barney Finn, Javier Torre y Nicolás Sarquís (actual mano derecha de Márbiz).
A Torre se le compensó una deuda anterior de $ 700.000.- por la compra de negativo del “Santo de la Espada”. Barney Finn figura con 242.132.- por “Momentos Robados”
Y Nicolás Sarquís y su hijo Sebastián figuran con 544.086.- por mora

Las cifras del Instituto del Cine (del 1/1/ al 30/11/98)

Gastos e inversiones Ingresos
Costos operativos $ 4.761.890 Impuestos cine y video $ 18.323.107
Fiscalización de impuestos $ 2.069.887 Confer $ 28.637.750
Escuela de cine $ 2.642.139 Otros ingresos $ 2.202.644
Fomento a la actividad $ 48.946.668 Decreto 1534/98 $ 22.819.474
Aportes al Tesoro nacional $ 4.391.750
Total gastos e inversiones $ 62.812.334 Total ingresos $ 71.982.975
Saldo $ ( 9.170.641.-)
Queda claro que sólo responden los jóvenes, los nuevos. Los otros parecieran que no pueden sino aprovecharse, haciendo no sólo un cine deficiente, sino deficitario.
No es el INCAA el que no sirve. Es el cómo se lo usa. Eso es lo que hay modificar.

d) El nuevo rol del Estado en la cultura
Sobre este documento, sólo algunas consideraciones —que podrán ser detalladas cuando se trabaje sobre la totalidad.
En el punto 2, del ítem 2 Objetivos del área, se traza una descripción sobre cómo, por ejemplo, usa Darío Lopérfido sus 60 millones de pesos ( $ 143.000.000 en total)
de la Secretaría de Cultura de la Ciudad (los otros 80 millones van al Colón, TGSM, Alvear, Recoleta). No olvidemos que Lopérfido está nombrado como coordinador del encuentro Recoleta (aunque ausente ¿por qué será?) y forma parte de la Alianza.
Fue por esa razón que en el miércoles, dije en la mesa de teatro, que no valía la pena hacer consideración alguna, si no empezábamos por cuestionar el manejo de las instituciones oficiales. Lopérfido es el mayor productor de teatro de la Argentina. Más que Compbell, Gallo, Rotemberg, Grimback (del que es socio) y Aizemberg juntos. Ninguno de ellos maneja esas sumas por año. Que lo desmientan Staiff, Renán, Gené, Rovner, Fara, Urquijo, Larriqueta, Osejevich o Szchumacher (otro coordinador destacado).
En ese mismo punto, se señala “crear cuadros capacitados”; habría que agregar “para malversar o distraer fondos públicos” Gené facturó $ 900.000.- para Un guapo del 900, cuando era director del TGSM, y Marcove $ 600.000.- para Locos de verano, en el Alvear de Larriqueta (otro que tira y pega).
En el ítem La cultura es el lugar de creación de sentido, se hace una afirmación temeraria y falta de verdad: en el punto 1...: “Los bienes culturales que transportan los nuevos medios digitales (CD ROM e Internet) acentúan diferencias sociales”. Esto es falso. Hoy, vía CD ROM, instituciones, personas, prácticamente cualquiera tiene acceso a programas que hasta hace poco eran privilegio de elites. En Internet se intercomunican aquellos que siempre fueron relegados o negados por los medios convencionales. Hoy podemos leer y conversar con el Subcomandante Marcos, con los presos políticos chilenos en nuestro país, con las mujeres lesbianas, conocer sus demandas y propuestas, con estudiantes de todos los niveles, con los municipios provinciales y saber qué, quiénes, cuándo y cómo lo hacen, acceder a las listas de las jubilaciones de privilegio, de los sueldos ocultos de los funcionarios, de los presupuestos proyectados y ejecutados, en fin, terminar con la impunidad del silencio y el secreto administrativos.
En el ítem 5.1 Medios de comunicación y cultura, se afirma “Es necesario restablecer el tiempo distendido del debate, del disenso, de la crítica; en tiempos de aceleración, la cultura puede ayudarnos a distinguir la paja del trigo”. ¿Por qué no se hizo eso en Recoleta el miércoles 8/9/99? ¿Trigo? No, ¡paja!
Otra. Más abajo se dice “Si tenemos en cuenta de que todos los países de habla hispana tienen idiosincrasias o problemas similares...”, ¿quién dijo eso? He vivido, además de en la Argentina, en España, en Chile, en Uruguay, en Perú, conozco Bolivia ,Ecuador, USA (California [chicanos, México] y Florida [cubanos]. Puedo jurar que sus idiosincrasias son bien diferenciadas y sus problemas y prioridades bien distintos. Muchas veces hay más afinidades entre un londinense y un porteño, o un bostoniano y un limeño, que entre Trujillo, Guayaquil y Pehuajó o Mendoza. Tal vez en los grandes temas todos nos parecemos —la muerte, la vida, el miedo, el más allá—, los chinos, los hindúes, lapones, hutus y argentinos o panameños o asturianos. Justamente idiosincrasia es lo que nos diferencia, nos distingue, lo propio. Y no lo contrario.
En el ítem 5.2 Cultura, mercados e industria, se dice... “que la creación artística y estética no se transformen en fenómenos marginales, dependiendo sólo del subsidio”. Pues bien, los fenómenos marginales sólo podrán crecer con subsidios. Y ése es el problema de hoy: ¿a quiénes van a parar los subsidios? ¿dónde se diluyen? ¿quiénes se los quedan? ¿por qué nunca llegan a quienes más los necesitan?
Más abajo se afirma “En los EEUU (donde no existe diferenciación entre espectáculo y cultura... “, ¿se pregunta por qué? Porque hay un apoyo real de la comunidad, de los privados y del Estado. La actividad privada aporta y es recompensada con exenciones impositivas y hasta premiada en sus aportes. Y el Estado no compite con ellas. Va dónde ellas no llegan. Hay una gestión seria y responsable. A la inversa que aquí.
En el ítem 5.3 Relación Estado-Mercado, se dan dos apreciaciones discutibles. “... la continuidad y una legislación que le brinde un marco de independencia”... “En el campo de la cultura, las autoridades y los legisladores no han recibido un reclamo privado...”
¿Qué fueron entonces el veto presidencial motorizado por las empresas radiales y televisivas que aportan al CONFER, cuando se promulgó la Ley Nacional del Teatro 24800, y el veto del ejecutivo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, motorizado por los productores privados Gallo, Grimback, Aizemberg, Lopérfido, Lecture, a la ley de fomento al teatro no oficial de la ciudad?
Después se dice “... la actividad cultural, con o sin fines de lucro, demanda requisitos de eficacia que deben exigirse en cualquier empresa”. En cualquier empresa, no. Una empresa comercial, persigue el lucro. Una cultural, no. Para una el rédito es imprescindible, para la otra no. En una los costos son gastos, en la otra no. En una el punto de equilibrio es el límite, en la otra no. Una se desarrolla con las ganancias y los capitales invertidos, la otra con impuestos. No son, —ni deben ser— lo mismo. Gallo puede hacer con su teatro un estacionamiento. El Cervantes, no. El Colón, tampoco. Ni la Gutiérrez Walker ni Lopérfido pueden decidir eso.

No quiero extenderme más. Creo que para muestra, basta. Se puede hacer mucho. Cómo sacar al arte y la cultura del ámbito de los partidos políticos. Terminar con la representatividad y proponer la presencia. Detener la prepotencia de la votación y buscar los consensos. Hacer transparente las gestiones. No sólo en lo económico, también en político.

Atentamente,
Gustavo Mac Lennan
macpatoloco@yahoo.com

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