domingo, 24 de febrero de 2008

Los independientes y los problemas con el INT

Convocatoria de ATI en Liberarte (27/6/2000)

La convocatoria fue amplia, la respuesta grande. Más de 150 gentes de teatro estaban esa noche para escuchar y debatir el tema: La situación del teatro independiente y la aplicación de las leyes de fomento...
Se citó a Rubens Correa por el Instituto Nacional del Teatro, Onofre Lovero por el reciente creado Proteatro de la ciudad de Buenos Aires, la actriz/abogada Miriam Stratt por la Asociación Argentina de Actores, la crítico e investigadora Ana Seoane, el director y docente Roberto Perinelli de la fundación Somigliana, Jorge Guala administrador del teatro El Vitral y Juano Villafañe por ATI, Leonardo Golobof por ARTEI, Juan Carlos D’Amico jefe del despacho de la Comisión de Cultura del Senado y Gustavo Mac Lennan por ETI.
Desde la polémica suscitada en agosto de 1996, cuando el gobierno de Menem nombró a Osvaldo Dragún director del Teatro Nacional Cervantes, faltó una discusión abierta entre los actores, directores, funcionarios, autores y personalidades del quehacer teatral, absorbidos todos por las marchas y contramarchas de la puesta en práctica de la Ley 24800 y sus normas, no siempre claras y nunca bien ejecutadas. Ahora, en el ámbito local de la ciudad pasa otro tanto con la Ley 156, promulgada en febrero de 1999 y todavía sin presupuesto, hasta que asuma la nueva administración en agosto.
Pero a pesar de la calificada concurrencia que ocupó todos los asientos del sótano de Corrientes al 1500, periodistas convocados y ausentes sin aviso como el diputado y presidente de la comisión de Cultura de la cámara de Diputados Luis Brandoni, la noche fue de más a menos.
A grandes rasgos esto se dijo (y no se dijo):
Dijo ATI que los teatros de la ciudad estaban muy preocupados porque las normas que establecía el Instituto Nacional, había cambiado la relación grupos-salas, creando situaciones insostenibles (e incumplibles) para ambos. (No dijo ATI, que si bien es cierto que esas normas crearon situaciones difíciles de enfrentar, las salas de hasta 300 butacas de todo el país —y por supuesto las de la ciudad de Buenos Aires—, recibieron subsidios del INAT por valor de hasta $ 3.000 mensuales durante los años 1998, 1999 y lo que va del 2000, sufriendo desde hace muy poco tiempo una reducción en los montos y una recategorización que puede dejar sin esos subsidios a un buen porcentaje de esas mismas salas. El promedio de esos subsidios puede establecerse en $2.000.-, que aplicados en el 66% del tiempo transcurrido, suman unos $ 40.000 que recibió —o debió recibir— hasta ahora cada sala. A esto hay que agregar la promesa que hizo Proteatro a las salas de la ciudad, de aplicar del presupuesto todavía no concedido el equivalente a dos cuotas, este año.
Dijo ARTEI que, a pesar de las innumerables presentaciones y reuniones con los directivos del Instituto Nacional, nunca pudieron tener una comunicación fluida y cifras claras de la anterior gestión; y que de la recién asumida dirección esperaron un cambio de actitud que no se produjo, resultado de lo cual se sentían profundamente defraudados. Eso, más los recortes en el presupuesto (y por lo tanto en los subsidios a las salas), más la recategorización, enfrían una relación que debió, a todas luces ser más elástica o aceitada, buscando los consensos. Con respecto a Proteatro, la semana anterior ARTEI y ATI decidieron discontinuar su presencia en las reuniones con el Consejo Provisorio que encabeza Lovero, como protesta por el incumplimiento de la secretaría de Cultura en la aplicación de los fondos prometidos para las salas de la ciudad. (Lo que no dijo ARTEI es que desde hace tiempo, tanto con el Instituto Nacional, como con Proteatro, vienen exigiendo que se les paguen los gastos fijos de las salas (¿¿??)
Cuando le toco el turno a Rubens Correa, por el Instituto Nacional del Teatro, dejó rápidamente en claro que él asumió la dirección ejecutiva porque entendió que contaba con el respaldo de las instituciones que lo originaron, pero al no ser así, ponía su renuncia sobre la mesa. Una cosa es que el presupuesto no dé y otra cosa es una gestión incorrecta. Dijo que el recorte del año 1998 fue del 30%n de los 11 millones cien publicitados, que en 1999 sólo pudo aplicarse por los recortes de Economía el 55% de lo proyectado (5 millones y medio), y que para el año 2000 se encontró con una adjudicación de sólo 7 millones, de los cuales 3 millones y algo se debían de la gestión de Lito Cruz (¿¿??), otros 700 mil eran para el funcionamiento orgánico y pago de sueldos y apenas restaban dos millones y algo para repartir entre las seis regiones, los fondos federales, algunas publicaciones, las fiestas nacionales y los subsidios. Su administración está poniendo orden en el desbarajuste heredado, pero habrá serios recortes, porque no hay plata para más. La política de su gestión se orientará a recuperar el público para las salas, las giras y las asistencias técnicas. Anunció oficialmente la renuncia del titiritero Sergio Rower como representante por la ciudad de Buenos Aires —y uno de los seis Consejeros o directores por dos años—, y su reemplazo por Oscar Traferri. Es decir, que durante largos minutos escuchamos las explicaciones presupuestarias y economicistas de un teatrero. (Lo que no dijo Correa es que él estuvo en el directorio de la gestión de Lito Cruz dos años. Que algunos de los antiguos directores se nombraron a sí mismos representantes provinciales por otros cuatro años más: Andrada, Carducci, Asfora, Roca, Barrientos, Sosa; el ex Capital J. Hacker es hoy director/consejero extraterritorial, y los ex- provinciales (durante 1998/99) Palma, Cazzapa, Luppo y Kairuz, hoy son consejeros directores por otros dos años más. Además, J. Grossman, es nombrado por Lopérfido como el representante por el gobierno nacional, aunque sea capitalino y tenga una sala, Babilonia, que recibe subsidio —cosa que la ley 24.800 expresamente prohibe. Tampoco dijo cómo es que si durante 3 años debieron recibir 33 millones sólo se aplicó —según sus palabras— en 1998: 6 millones, en 1999: 5 y ½ millones y para el 2000 sólo hay raspando 3 millones.
¿Tan mal se gestionó que perdimos en los malos manejos, deudas y recortes en apenas tres años 18 millones y medio?
Habló después Juan Carlos D’Amico. Licenciado en política, este eficaz operador ha sido uno de los funcionarios más eficientes, que brindó, desinteresadamente todo lo que estuvo a su alcance para las reuniones, convocando, cediendo lugares de reunión, invitando a técnicos e intelectuales para que ofrezcan ideas alternativas, zanjando diferencias que, muchas veces, se presentaron como irreductibles, sin ningún otro interés que el de viabilizar la concreción del proyecto de ley de teatro y los prolegómenos de la creación del Instituto que hoy dirige Correa. Dijo D’Amico, casado con una hermosa actriz del medio, que no era que la ley fuera deficiente, sino que tal vez resultara insuficiente, y que había que desarrollar instrumentos auxiliares (y aprender a manejarlos en los corredores oficiales y parlamentarios con diplomática paciencia y no poca habilidad), que impidan recortes, aprovechen oportunidades y se inserten en el difícil pero inevitable juego del pluralismo democrático. No eran las leyes el problema, sino los hombres que la aplican (o las saltan), por eso era necesario el trabajar sobre políticas culturales, preparando cuadros capaces de caminar los pasillos, sjn dejarse embaucar por los funcionarios de turno. (Lo que no dijo D’Amico, es que fue él quien le recomendó a Lito Cruz —entonces Director Nacional de Teatro— que una vez que instalara el Instituto a principios de 1998, diera un paso al costado y se fuera por la puerta grande, con el reconocimiento de todos y no como ahora sospechado de una gestión, por decir lo menos, desprolija, oscura y deudora.
Le toco el turno a Miryam Stratt, quien esbozó una disculpa por la ausencia del diputado Brandoni (y es lógico, porque pasa más tiempo en su despacho donde puede encontrársele casi siempre), decir que la Asociación Argentina de Actores destinó dos de sus mejores operadores —ella misma y Mario Rolla— para la redacción del proyecto de ley 24800 durante más de dos años, y luego con los asesores del diputado formoseño Giménez hasta la promulgación por el Congreso. Pero que la AAA tuvo con el anterior director ejecutivo del Instituto más diferencias que coincidencias, y que casi desde un comienzo no participó de ninguna reunión con el mismo. Con respecto a Proteatro remarcó que la ley de capital se hizo basándose en el proyecto que Actores consensuó con las otras instituciones, AAdeET, ATI, ARTEI, MATe, ETI y Argentores y que fue entregado después de muchas reuniones en la sede de la calle Alsina, al diputado Arellano de la Legislatura de la ciudad. Volvió a resaltar lo que Brandoni hace para terminar de reglamentar sobre la ley 14800 y cuestionó la designación de Javier Grossman como delegado por el gobierno en el Instituto, siendo receptor de un subsidio para su teatro Babilonia (aunque figure a nombre de su esposa Graciela Casabé, directora ejecutiva del último Festival Internacional de Teatro de la ciudad 1999). (Lo que Stratt no dijo es que si bien durante 1998 y 1999 mantuvo fuertes disidencias con Lito Cruz —ninguno de los dos pudieron superar sus pertenencias partidarias—, era notoria la ausencia de la organización gremial que dice representar a todos los actores del país, en la distintas reuniones que hubo y donde se plantearon cuestionamientos a los procedimientos y cifras que se daban. Y que en el 2000 (¿también?) estén en cargos oficiales y con oficina propia destacados colaboradores de la actual conducción de Actores como Norberto Gonzalo o el “volatinero” Julián Howard. Tampoco dijo que el alejamiento tuvo como paliativo que la responsable de los montos de los subsidios en el área de Fiscalización (una de las cuatro en que se divide el Instituto) sea Patricia Vázquez, pareja de Rubén Stella, secretario general de Actores. No resulta fácil de explicar cómo es que en un año sí y en el otro no, en un Instituto no y en el otro sí. Pero ahí vamos.
Después le tocó el turno a Roberto Perinelli. Como director de teatro y docente de la EMAD, sabe que el diálogo con los funcionarios municipales de la ciudad de Buenos Aires, tiene el vértigo de los saltos al vacío. No por lo que dicen o niegan, sino por el mutismo, el absoluto silencio que hacen cuando se les pide algo. “No sólo no te dicen que no..., no te dicen nada”. Y así pueden pasar meses..., años... en total silencio.
No importan las huelgas, los memorandum, los plantones en los despachos oficiales... Sólo hay silencio. Silencio de radio. (Lo que no dijo Perinelli es que él mismo ha sido director contratado con jerarquía de funcionario del TMGSan Martín, que representó a ARTEI en Proteatro –las salas que reciben en Capital subsidio del INT y de Proteatro a la vez– que no han sido, precisamente, de las más abandonadas por el Estado).
Después habló Ana Seoane, crítico de espectáculos en APTRA y en CRITEA. Hizo referencia a la poca atención que el INT le presta a los investigadores y críticos, teniendo a uno fijo, Carlos Pacheco, como responsable de prensa. También observó la falta a destiempo de los llamados a concurso para conformar la plana de empleados del INT , así como algunas irregularidades (y preferencias) en las calificaciones de los mismos (lo que no dijo Seoane, es que integró el ETI como miembro consultor y que en la primera convocatoria se presentó, junto con Raúl Serrano, avalados por ésta; el ETI nunca fue bien visto por su actitud crítica a los funcionarios y candidatos del MATe; recuérdese que dos de los jurados, María Rosa Gallo y Leonor Manso, son miembros de su mesa directiva).
Jorge Guala y Juano Villafañe, de ATI, mantuvieron sus críticas al poco prolijo desempeño de la gestión de Lito Cruz y la poca vocación de las nuevas autoridades para proponer reglas claras tanto en las calificaciones y categorizaciones para las salas y las deficiencias de comunicación del estado de la cuentas del INT (lo que no dijeron Guala y mucho menos Villafañe, es que sus salas, El Vitral y Liberarte, quedaron fuera del régimen de concertación por cantidad de funciones y espectadores ,y ya no tienen la obligación del 30% para ellos y el 70% para el grupo, pudiendo cobrar seguro de sala, aún recibiendo subsidio del INT; tampoco dijeron que cuando sí estuvieron bajo el régimen concertado no pusieron el técnico operador obligatorio según la Ley y que Liberarte siguió cobrando el ilegal seguro por función, aduciendo múltiples y torpes excusas. Este reiterado mal comportamiento de Juano Villafañe, lo pone como sujeto poco confiable para los grupos independientes. HOY (OCTUBRE DE 2002), JUANO VILLAFAÑE APARECE COMO EL COORDINADOR GENERAL DEL DENOMINADO CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN, EDIFICIO FRENTE AL TEATRO GENERAL SAN MARTÍN, Y DE ÉL DEPENDEN REFERENTES COMO ALEJANDRA BOERO, CRISTINA BANEGAS, JORGE DUBATTI, TITO COSSA, Y HASTA RAÚL SERRANO, ENTRE MUCHOS OTROS ¡COSAS VEREDES, SANCHO, QUE HARÁN FABLAR A LA PEDRAS!
Cuando le tocó el turno a Juan Carlos D’Amico, de la comisión de Cultura del Senado y el Parcum, hizo hincapié en la falta de preparación de los agentes culturales en general y especialmente de los teatrales, para entender, proponer, debatir, refutar y gerenciar en los despachos oficiales, en los lobbies, las escabrosas y sinuosas recorridas de los presupuestos, sus quitas, sus tiempos, formas y procedimientos, para los cuáles hay que estar informados y formados, so pena de perder, siempre, con los burócratas de turno. Y es cierto. De haber sabido, no hubiésemos perdido los montos del INT de 1997 y 1998. Podríamos haber peleado con mejor suerte las quitas de 1999 y las del 2000/2001. Pero estos improvisados gerentes como Cruz y Correa no escucharon con propiedad a los técnicos parlamentarios y se dejaron llevar por los políticos que los (y nos) engañaron. La plata de muchos subsidios se diluyeron en campañas partidarias justicialistas radicales y hasta aliancistas. Y ellos mirando para otro lado (lo que no dijo D’Amico, es que él aviso con tiempo, allá por el ’97, que esto podría ocurrir y que Cruz creyó que a él no lo iban a currar los peronistas: “que en cuestión de teatro él no era “menemista”, sino que Menem era “litocrucista” (así lo hizo saber públicamente, ¡qué ingenuo!); otro tanto debe haber pensado Correa con respecto a De la Rúa y Lopérfido y su trayectoria como independiente [cuando el presi y el chico huyeron en diciembre], un empleado de 4ª (de cuarta categoría) fue quien le pidió la renuncia: Félix Capatto, subsecretario de coordinación cultural de la secretaría de Cultura, y hoy modesto colaborador de la revista del Centro Cultural de España, donde reside su exiliado jefe).
Habló Myriam Strat por Actores cuando Rubén Stella era el secretario general (hoy es secretario de Cultura de la nación y la Strat la funcionaria designada por éste en el INT). Deslizó lo poco claro de los objetivos del INT, la conflictiva llegada a los actores de todo el país, el aislacionismo en que había caído y lo poco allegados a la letra de la Ley 24800 de fomento (que, por si no se recuerda, ella y Mario Rolla redactaron en las oficinas de los diputados promenemistas). (Lo que no dijo Strat, es que ella representó también, las apetencias del diputado radical Luis Brandoni, en los términos de la Ley, contrarios y opuestos a los de los justicialistas; combatió duramente a Lito Cruz, pero no por la transparencia, sino por la gestión, porque también criticó las exigencias de participación de los independientes, salvo las de sus correligionarios y amigos. Strat es de ésas que creen que siempre tienen más derechos que los demás, sin poder hacer una seria autocrítica de su oscuro trabajo como representante de los derechos de los actores nacionales en el exterior; ha participado en innumerables encuentros de la FIA, BLADA, con ADI y otros organismos como la OIT, sin resultados a la vista; en definitiva termina siendo funcional, como Brandoni, a los empresarios neoliberales y precapitalistas locales y extranjeros, contra los trabajadores del arte, que debiera, en realidad representar desde el gremio de actores; por ello no es considerada ni respetada entre los asociados de la AAA y mucho menos entre los independientes.)
Cuando me tocó, ya al final, el turno para dar mis opiniones desde el ETI, el primer comentario que se escuchó fue: “¡huy!... con Mac Lennan, ahora empiezan los petardos. Y entonces, empezaron los petardos.
Les dije a los concurrentes, lo que había hablado en febrero –cuatro meses atrás– con Correa. Como, desde el ETI, señalamos varias irregularidades durante la gestión de Lito Cruz, de la que Correa fue partícipe dos años. Como en el INT se trazaban políticas y acciones a espaldas de los teatristas independientes, sujetos primarios de la Ley 24800. Cómo no se podía dar vuelta la página y borrón y cuenta nueva de cada funcionario, porque eso era avalar la impunidad. Pedí, desde el ETI, que las administraciones oficialistas no nos chupen más teatristas para justificar sus políticas recesivas, como se hizo con Dragún en el Cervantes. Que el MATe, ARTEI, ATI, AAA, dejen de proveer gente “del palo”, para decir después que no se puede o que no hay plata. Sostuve que no estaban claras las cuentas y los números de la gestión del INT; que no se cumplió con llamar a concurso de oposición y antecedentes para cubrir los cargos de planta; que el INT estaba manejado por una camarilla que trabaja a espaldas de los teatristas, favoreciendo sólo a amigos y parientes; y que no estaba cumplido, ya en el tercer año de gestión, con lo pactado en 1997: el primer año 70% del presupuesto para las salas y 30% para los grupos; segundo año el 50% y 50%; tercer año 30% para las salas y el 70% del presupuesto debe llegar a la gente y no a los ladrillos. El ETI apoyó desde el comienzo la creación del INT; sigue apoyando su existencia; lo que el ETI no iba a apoyar nunca es la corrupción, la incompetencia ni la impunidad.
Se pudrió todo, pero la línea estaba claramente trazada. Poco tiempo después, el INT avalaba la creación del proyecto de Rafael Barrientos (dos años consejero y luego autonombrado represente provincial de Buenos Aires) para el conurbano donde nace ATECO (formada por funcionarios de Cultura provinciales), se crea el Consejo Provincial de Teatro (bajo el ala de la subsecretaría de Cultura de la provincia de Buenos Aires) y en Luz y Fuerza, los teatristas independientes desconocen la representación de ATECO y nacen SURCO por el sur del Conurbano y ACTUO por el oeste. Hoy existe, además NORCO y se reconocen tres regiones: Sur, Oeste y Norte.
Todavía el INT no sabe que hacer con esto, y Paolantonio parece sólo recitar un libreto viejo y mirar, también, para otro lado. Lo acompaña, en el directorio, Miriam Stratt.

Gustavo Mac Lennan
macpatoloco@yahoo.com
4813 0585

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